Ansiedad por separación
- Jairo Figueroa
- 23 ago 2016
- 3 Min. de lectura

El miedo a la separación es uno de los primeros y más básicos de los miedos, incluso se da en otras especies y tiene un claro sentido adaptativo, ya que al tener a los cuidadores cerca, las probabilidades de supervivencia aumentan, hasta que el sujeto desarrolle las habilidades motoras y cognitivas necesarias para hacer frente a los estímulos “amenazantes”. Este miedo puede ser más intenso durante la infancia, aunque la intensidad declina gradualmente conforme los niños crecen y se acostumbran más a estar separados de sus cuidadores.
Por tanto, la ansiedad por separación puede ser considerada como un fenómeno universal que se observa normalmente después de los 6-8 meses de edad, y que persiste en diferentes, que por lo general finaliza cuando los niños tienen alrededor de 2 años de edad. A esta edad, los niños que empiezan a caminar comienzan a comprender que los padres pueden estar fuera del alcance de su vista ahora, pero que van a regresar más tarde. Igualmente, se presenta un deseo normal de probar su independencia.
Además, la ansiedad por separación también puede presentarse en adultos cuando se separan de sus pequeños aunque los síntomas y la forma de tratar con ella y de superar la misma es similar a la de los niños, solo adaptándolo a las necesidades de los adultos.
Algunos de los síntomas que se pueden llegar a presentar son:
Sufrimiento excesivo cuando se separa al niño de la persona que lo cuida en primera instancia.
Pesadillas
Renuencia a ir a la escuela u otros lugares debido al miedo por la separación.
Renuencia a acostarse sin la presencia cercana del adulto significativo.
Quejas físicas repetitivas.
Preocupación acerca de la pérdida o daño a la persona que le brinda los cuidados.
Para superar la ansiedad por la separación, los niños deben:
Sentirse seguros en su entorno hogareño.
Confiar en personas distintas a los padres.
Confiar que los padres van a regresar.
Aun después de que el niño haya superado esta etapa del desarrollo en forma exitosa, la ansiedad por la separación puede retornar durante períodos de estrés. La mayoría de los niños experimentan algún grado de ansiedad por la separación cuando se enfrentan a situaciones que no son familiares, en especial cuando están separados de sus padres. Además, la ansiedad por separación ordinaria no requiere ningún tratamiento.
Por otra parte, si la independización del niño no se logra adecuadamente, se puede llegar a presentar el trastorno de ansiedad por separación (TAS). Para su diagnóstico, es necesario que el niño presente ansiedad excesiva ante la separación de sus principales figuras de apego o de su hogar, o ante la anticipación de la misma. Asimismo, deben presentarse una serie de síntomas tales como malestar excesivo, quejas somáticas, preocupación persistente acerca de posibles daños o pérdida de personas de apego, pesadillas recurrentes sobre separación, resistencia a ir al colegio, negativa a estar y/ o a dormir solo, síntomas de pánico o rabietas ante la separación, etc. Estos síntomas deben persistir al menos durante 4 semanas y repercutir de manera negativa en la vida del niño.
El trastorno de ansiedad por separación puede agravarse llegando a imposibilitar la socialización de las personas con su entorno a no ser que la persona de la que depende este presente, por lo tanto procurar al menor ayudando a independizare y explorar por su cuenta favorecerá un mejor desarrollo del mismo, lo cual no significa que se le deje solo contra el mundo a la primera oportunidad.
Encontrar el balance perfecto entre ayudar a desarrollarse y dar la oportunidad de ser independiente puede ser difícil, pero es lo mejor para el desarrollo individual de cada uno de nosotros.
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